Thursday, September 02, 2010

Bricheras en Lima


El viernes tomaba unas cervezas con Thomas, un amigo austriaco estudioso de la música andina, que había vuelto de Cusco y Puno cargado de verdaderas joyas discográficas. El gringo estaba muy feliz con los hallazgos que había realizado y me contaba muy emocionado su encuentro con la cantante de Condemayta de Acomayo. En esa estábamos, cuando una brichera interrumpió nuestra charla.

– ¿Puedo sentarme?– dijo ella muy coqueta. Thomas y yo nos sorprendimos por esta inesperada llegada y no supimos qué responder. ¿Qué podíamos hacer? Ella aprovechó nuestra indecisión y rápidamente se sentó en nuestra mesa con toda confianza.

–Me llamo Pilar, ¿y tú?– le preguntó directamente a mi amigo. Era una mujer bajita, de unos cuarenta años, con aspecto de vedette retirada.
–Me llamo Thomas, pero me dicen Tommy– respondió él con cortesía.
– ¿Y de dónde eres?– insistió ella.
–De Austria– contestó él.
– ¡Ah, de Austria! ¡Yo tengo muchos amigos austriacos! – suspiró con alegría.

El inicio fue muy auspicioso para la brichera. Su atrevimiento le había dado resultado y no estaba dispuesta a soltar su presa ahora que la tenía tan cerca. Así que volteó hacia mí y me pidió que le invite un vaso de cerveza.
– ¿Puedes servirme, por favor? – me dijo con voz de súplica.
–Claro, cómo no – le respondí llenando su vaso.

Pilar se llevó el vaso a la boca y empezó a saborear la cerveza con la lengua. Sus gestos eran descaradamente provocadores. Thomas la miraba con curiosidad y solo sonreía compasivamente. Luego ella sacó un viejísimo cuaderno y le pidió a mi amigo que le enseñe un poco del idioma alemán.

¿Como se dice novio en alemán? ¿Cómo se dice te amo? ¿Cómo se dice me gustan tus labios? ¿Cómo se dice quiero hacer el amor contigo? Estas eran las preguntas que Pilar escribía o fingía escribir en su viejo cuaderno, y que Thomas respondía con extraordinaria paciencia. Yo, por mi parte, guardaba silencio, intrigado por saber hasta dónde llegaría esta brichera capitalina.

Eran casi las seis de la tarde y Lima empezaba a oscurecer. En el pequeño bar frente a la Estación de Desamparados solo quedábamos Thomas, la brichera y yo, con las botellas vacías. Pilar hablaba sin parar de los más diversos temas, pero el austriaco y yo no teníamos interés de seguir escuchándola. Ella notó nuestro aburrimiento y entonces jugó su última carta.

–Yo hago bailes privados – nos confesó en voz baja.
– ¿Qué tipo de bailes? – preguntó Thomas.
– Bailes exóticos, con lentejuelas y también desnuda –dijo provocadora.
– ¿Y dónde aprendiste a bailar? – inquirió él.
–En un circo – respondió ella, y sacó de su maleta un álbum con fotos antiguas, donde se le veía en brillosos trajes al lado de acróbatas y equilibristas.

–También soy entrenadora de animales – nos reveló con voz cómplice.
– ¡No, no te creo! – exclamó Thomas en su español bien aprendido.
–Sí, justo aquí tengo a mis bebés – respondió ella y sacó de su maleta una pequeña ave de bello plumaje anaranjado. Luego sacó un pequeño armadillo. Finalmente nos mostró un roedor de fino pelaje, adormecido, o mejor dicho dopado. ¡Esa loca tenía un pequeño zoológico en su maleta!

Entonces aparecieron dos policías de turismo y la brichera guardó sus animales, se levantó rápidamente y huyó hacia la avenida Abancay. Intentamos seguirla, pero la oscuridad de la zona nos detuvo. En su desesperada fuga, ella olvidó su viejo cuaderno de notas y un álbum de fotos antiguas.

He revisado sus apuntes varias veces y lo que más me sorprende es la larga relación de turistas que conversaron con ella, con sus nombres y nacionalidades, así como las atrevidas preguntas que les hizo, traducidas a los más diversos idiomas y escritas con su puño y letra.

¿Quién habrá sido realmente esta mujer? ¿Una simple limeña en busca de aventuras? ¿Una bailarina trastornada? ¿Una estafadora profesional? ¿Una traficante de animales? Sin duda, Lima tiene reservadas muchas sorpresas “solo para turistas”.

3 comments:

  1. Curiosa dama, que no necesariamente puede ser limeña, Marquiño. Me he imaginado todo lo que has escrito y tu cara incrédula de periodista -y hasta de sociólogo o quién sabe antropólogo urbano.
    Pobre mujer al dejar su tesoro con ustedes, creo que deberías volver por esos lares para devolvérselo, tal vez se anime a seguir hablando de ella y continúe sorprendiéndote.
    Creo que nuestro amigo gitano la hubiera seguido.

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  2. Adolf
    Muy curiosa la dama, pero también por su historial, de bailarina de bailes exóticos, traficante de animales, brichera, hay que tener mucho cuidado con ese tipo de compañías. Si las he visto por Lima y por todo el Perú buscando sus presas y paseando con sus presas y siempre me he alejado de ellas.
    Saludos,

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  3. me gustaría leer esa libreta

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