Monday, August 20, 2012

Entrevista a Fabricio Rebatta

Fabricio Rebatta Gutiérrez es guionista y realizador audiovisual. Su cortometraje Ausente ganó el Primer Lugar en el Concurso de Cortometrajes del Festival de Lima 2012 (Categoría Experimental). 


En primer lugar, felicitaciones. Cuéntanos, ¿cómo surgió la idea de grabar Ausente?
Surgió de la necesidad de experimentar con la narrativa audiovisual. Tengo varias ideas y guiones listos para su realización, pero mi trabajo “por encargo” me obliga a trabajar casi siempre con una narrativa formal, que responda a los criterios de comprensión del público mayoritario. Muy de vez en cuando me doy el gusto de realizar estos cortometrajes que responden a mi propia necesidad comunicacional, que tiene que ver con lo emotivo, sensorial y subjetivo que permite el lenguaje cinematográfico.

¿Cómo fue el proceso de grabación? ¿Fue difícil llegar a la edición final?
Fue relativamente fácil, pues ya tenía la idea preconcebida, incluso la había realizado en parte, durante la grabación de un video clip que finalmente no fue entendido por el productor ni por el músico.  Las actrices (Rocío Carranza y Zoe Callegari, madre e hija) son amigas cercanas, la cámara y edición me las ofreció otro amigo, Sebastián Llimós, y la producción ejecutiva la realizó mi esposa, Cecilia Pelán. La realización demandó solo unas horas durante la mañana en casa de las actrices.
Para la edición de la primera versión solo escogí la mejor toma, ya que se trataba de un plano secuencia, se le realizó un efecto en post para bajarle el color, darle textura de Súper 8  y crear algunas saturaciones; no demandó más de una tarde. Todo esto fue descartado en la segunda versión en que resumí a la mitad la duración del cortometraje, solo mantuve el plano secuencia inicial y luego, por efecto del corte, creé dos pequeñas escenas, le quité todos los efectos de colorización, escogí otras tomas que fueron descartadas en la primera versión y lo pasé a blanco y negro. Esta segunda versión sí me demandó algunos días de pruebas y correcciones hasta encontrar el tiempo exacto de duración de cada escena, fue un proceso totalmente personal.

En Ausente se observa una marcada nostalgia de los personajes. Ellos extrañan algo, pero no se sabe qué es. 
Justamente la idea trata de transmitir la nostalgia o la pena por alguien que ya no comparte el espacio que otros continúan habitando. Tal vez los mismos personajes que vemos en el cortometraje no “existen” en ese espacio. El “ausente” es subjetivo, incluso puede tratarse de un tercer personaje que solo existe en el recuerdo de los otros. En ese caso existiría solo en la nostalgia.

También hay una mirada contemplativa de la realidad. ¿Por qué sigues esta corriente?
La imagen cinematográfica solo puede  representar un campo de esa "realidad" o "verdad" que el realizador intenta mostrar. Existen producciones audiovisuales que buscan complacer al gran público mediante una representación dramatúrgica de la realidad, tomando como elementos sustanciales la estructura aristotélica y el diálogo literario, sin embargo, existen otras manifestaciones más personales que se alejan de la teatralidad o de la literatura.
En nuestro medio, Armando Robles Godoy ya señalaba que estas dos fuentes narrativas pueden ser muy dañinas al cine, y tenía razón, por esto fue muy criticado en los años setenta y ochenta. Actualmente se está retomando una tendencia en la cinematografía de autor que se apoya en las miradas personales, que pueden ser contemplativas u observacionales, o incluso pueden apelar a estilos narrativos convencionales, pero siempre buscando profundizar en las sensaciones y sentimientos del personaje, más que en la acción superficial de este. No es algo nuevo, ya lo hacían Antonioni y Bergman, por ejemplo. Es por esa necesidad de transmitir sensaciones que opté por realizar un cortometraje que se apoye más en un seguimiento observacional subjetivo, antes que en lo argumental. No creo que sea contemplativo si lo comparamos películas de James Benning, por ejemplo, yo no mantengo la imagen fija, estática, mi imagen está en continuo movimiento porque es una mirada que busca encontrar una respuesta.

Otro detalle es la prolongación del tiempo. Tú extiendes los planos hasta un punto en el que las sensaciones adquieren más de un significado.

En la primera versión de 10 minutos trabajé un plano secuencia que unía diversos tiempos en un mismo espacio. Este tiempo, en un travelling bastante lento, buscaba recorrer no solo el espacio físico sino el interior de esas dos mujeres que veíamos absortas en su melancolía. Una vez que el espectador recorrió el espacio con la mirada y ya “lo conoce” entonces está obligado a buscar en los espacios interiores, incluso en su propio interior.  La sensación de distensión del tiempo real crea cierta angustia interesante en el espectador. En la segunda versión se mantiene esta sensación, aunque las escenas son más cortas.






¿Cómo asumiste las críticas a la primera versión de Ausente, que se proyectó en Cafae?
De buen agrado. Me interesaba mucho encontrar a un público al que le molestara la ausencia de diálogos, de iluminación dramática, de “acción”, me gustó escuchar como la gente fue respondiendo a estas preguntas y críticas y cómo se fueron llenando las ausencias. Algunos comentarios me invitaron a editar esta segunda versión, que mantiene la atmósfera pero trabaja cierta condensación.

¿Cómo observas tu trayectoria, desde Tribulaciones de un reprimido (1990) y Almas solas (2001) hasta Ausente (2010)?
Desordenada, aletargada, pero creo que se nota cierta búsqueda de experimentar con diversos estilos narrativos. Tribulaciones tampoco tenía diálogos, pero la edición tendía a lo expresionista. En aquella época estaban frescas las enseñanzas de Armando Robles, y yo acababa de realizar un corto en su taller basado en un guión (Dúo) que el mismo Armando entregaba a los alumnos. Entonces con Tribulaciones quise hacer algo diferente al estilo de Dúo, además recién había descubierto la película Memorias del subdesarrollo y me dieron ganas de trabajar ese montaje de enfrentamientos y rupturas temporales, fue un buen ejercicio. Woody Allen también influenció en algún aspecto de ese corto y de otro que realicé luego, Tele y Pita (1992), que tuvo una edición accidentada y nunca vio la luz. Este corto también trabajaba el montaje expresivo, lleno de flash backs y escenas oníricas de una pareja en continuo conflicto.

Luego en el 93, creo, indagué en el drama de suspenso con una adaptación libre del cuento de Vallejo Fabla salvaje, el corto se llamó Interior 21 y nunca llegamos a grabar la escena final porque se robaron la cámara.  Pasaron casi  diez años y retomé el proyecto con Almas solas, esta vez con el equipo profesional de Teleandes Producciones. Utilizamos dos cámaras digitales que recién ingresaban al mercado. Ese fue mi último corto argumental. Se puede decir que con Los álamos (2005) empecé el viaje subjetivo, intimista, autobiográfico, que me lleva a Ausente y al documental Dina que edité este año.

¿Qué proyectos futuros tienes? ¿Hay algún tema que quisieras desarrollar?
Desde hace unos años estoy grabando un proyecto de documental intimista. La idea partió de mi esposa y el cuidado que hace de su madre, que sufre de alzhéimer. Es un seguimiento que implica muchos sentimientos encontrados y me invaden conflictos a cerca de encontrar los límites de la publicación de la intimidad. A este tema inicial sobre la enfermedad de mi suegra se sumó luego el embarazo de mi esposa y el posterior nacimiento de mi hija, todo lo cual ha cambiado mi mirada con respecto a lo que me rodea. Las sensaciones y sentimientos se conflictúan cada vez más, pues se trata de documentar el amor, la tristeza, la esperanza, la confusión. Quisiera redondear este proyecto antes que finalice el año, lamentablemente no le dedico todo el tiempo que quisiera.
Otro proyecto es el de reeditar Almas solas retomando la atmósfera inicial de la grabación, siento que en la edición se desdibujó mucho esta cadencia con la que grabamos, por contaminarme del ritmo musical que le coloqué. Hoy no me gusta lo que veo, y creo que me sale más económico reeditar que grabar otra ficción (risas).  Esto es algo que hice este año con el documental Dina, en el cual retomé una pequeña porción del registro que grabamos hace diez años para un trabajo por encargo. Este documental trataba sobre el trabajo infantil en el Perú y para ello grabé en diversos lugares, pero me quedé muy impresionado con el trabajo de una niña que vivía en un relleno sanitario. En ese entonces grabé más de lo necesario, el camarógrafo Alberto Venero me preguntaba si era necesario grabar tanto para solo unos segundos, pero yo ya veía esto como un cortometraje aparte. Tiempo después propuse a la entidad que trabajaba el proyecto editar este corto, pero mi idea no fue aceptada, hasta que diez años más tarde, tanto la institución como la productora me dieron permiso de usar las tomas de la niña para mi proyecto personal. Este es el punto de partida de un proyecto más grande que implica la búsqueda de esta niña y saber qué fue de su vida en este tiempo. Planteé la idea a la institución y no le interesó, me pareció increíble.






¿Cómo observas el panorama del cortometraje en el Perú? ¿Qué papel crees que deben cumplir las instituciones en este campo?
Gracias al avance tecnológico, la producción y edición de cortometrajes está al alcance de una mayor cantidad de personas. Soy docente en tres instituciones educativas y veo la necesidad de expresión que tienen los jóvenes y como encuentran en el video el recurso para llevar a cabo sus proyectos. Y no hablo solo de tecnología profesional como la puedo encontrar en la Universidad San Martín o Inictel – UNI, instituciones en las cuales enseño, sino también en Bellas Artes, donde los chicos y chicas trabajan sus cortometrajes experimentales con sus propias cámaras domésticas y logran resultados muy interesantes. Los festivales cinematográficos miran con mayor seriedad este formato y brindan un gran apoyo e incentivo al premiar las producciones resaltantes. De igual modo, el Estado está trabajando esta promoción; pero desde el punto de vista institucional aún falta reordenar algunas cosas, principalmente, en lo que se refiere al aspecto legal de la difusión.